La cestería es tan antigua como la humanidad. Esta tradición artesanal tiene origen femenino: durante la recolección de frutos, bayas y huevos los nidos inspiraron la confección de contenedores de tallos flexibles entrelazados para el transporte y el almacenamiento. Para elaborar piezas de cestería se usaba una lasca de piedra y un hueso puntiagudo. La técnica para hacerlas ha permanecido casi inalterada: hoy, además de las manos, un cuchillo y un punzón son los utensilios básicos.
En nuestro país, las raíces de la cestería se remontan a la época prehispánica. Todos los pueblos que habitaron el actual territorio mexicano aprovecharon las texturas y la flexibilidad de las fibras naturales para preparar recipientes y otros objetos de uso doméstico; además, cada familia de artesanos se ha encargado de transmitir a sus nuevos integrantes la tradición y los secretos de la técnica de manufactura. Actualmente, algunas piezas todavía se conocen por su nombre antiguo -petates, chiquihuites, tenates y petacas-, en tanto que otras se identifican por el uso que tienen -tortilleros, canastos, mantelillos, charolas, sombreros …